Afelandra
La afelandra es un ejemplar variegado de hojas duras, pero frágiles, con franjas blanquecinas, plateadas o amarillas a lo largo de las nerviaciones principales, a las que realzan. Presenta inflorescencias con brácteas y flores de colores que van del rojo al amarillo; crece rápidamente y puede alcanzar 30 cm de altura cuando florece por primera vez, llegando a doblar el tamaño en el segundo año, cuando puede producir cuatro o cinco brotes.
Esta planta perteneciente a la familia de las Acantáceas es oriunda de México, Brasil y Pequeñas Antillas. Debido a su carácter tropical, la temperatura óptima para lograr su perfecto desarrollo es de 16 a 25º C. Si se le proporciona una temperatura elevada se logrará adelantar la floración, pero sus hojas se harán más pequeñas, perdiendo el valor ornamental que poseen, debido a la gran belleza que le aportan sus mencionadas franjas y su gran tamaño. Además, conviene apartarla de las fuentes directas de calor, que pueden hacer que el ejemplar pierda su característico colorido.
La afelandra no soporta la falta de agua, por lo que el riego debe ser abundante, con la precaución de no encharcar. Si la humedad ambiental es muy elevada se puede reducir el riego. Lo normal es suministrarles un vaso de agua cada dos días. Si la planta no está en flor, agradece dos riegos por semana con agua no demasiado fría. Para conseguir aportarle el adecuado grado de humedad puede pulverizar sus enormes hojas y colocar un cuenco con agua cerca de ella cuando el calor apriete.
Para que se produzca la floración, las afelandras requieren una buena luminosidad, pero se debe evitar la radiación directa, por lo que el sombreo resulta adecuado a lo largo del cultivo. También deberá abonarlas, desde finales de primavera hasta finales de invierno, una vez a la semana con un fertilizante para plantas de flor de interior.
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